Amados hermanos y hermanas en Cristo, apreciados amigos, soy el hermano Frank, hablándoles desde el Centro Misionero Internacional en Krefeld, Alemania. En primer lugar me gustaría dar las gracias a los que han llamado y escrito y han pedido literatura para  profundizarse en el estudio de la Biblia y conocer al SEÑOR personalmente de acuerdo a la Palabra y a la revelación por el Espíritu Santo.

 

Nuestro objetivo es preparar 52 sermones continuos desde Génesis y a través de la Biblia, demostrando el plan de salvación, la intención de Dios con la humanidad. Miramos hacia atrás, a Génesis, especialmente al capítulo 3, cuando los primeros seres humanos fueron desobedientes y cayeron bajo la influencia de la serpiente, bajo la influencia directa del enemigo, dieron la espalda a Dios y sobrepasaron el mandamiento que Él había dado. Su advertencia fue muy clara: "El día que de él comieres, ciertamente morirás." Y esto es precisamente lo que ocurrió, y desde entonces todos mueren, excepto Enoc y Elías que fueron llevados a estar con el SEÑOR sin ver la muerte.

 

Amados, estamos hablando sobre el plan de salvación. Hay muchos, muchos temas, incluso tocar las señales del tiempo y muchas de las enseñanzas de la Biblia. Pero en primero, en este cuarto sermón, deseamos volver a Génesis y mostrar desde el Antiguo Testamento, donde las promesas fueron dadas, y luego mostrar en el Nuevo Testamento como se cumplieron. Tenemos que saber que estamos aquí y nuestra destinación es estar en comunión con Dios. Pero esta comunión terminó en el momento, cuando Satanás engañó a Eva, y ella a su vez persuadió a Adán a unirse a ella en la transgresión y la incredulidad, y así sucesivamente.

 

Hermanos y hermanas, queridos amigos, es una historia muy, muy triste. Y luego, cuando fueron expulsados ​​del Paraíso, según Génesis, capítulo 3, versículo 22, en la segunda parte se nos dice: "... y ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre." Esto no podría suceder, porque entonces la humanidad viviría en el pecado, separada de Dios, pero viviéndo  eternamente. Y esto no tiene sentido. ¿Por qué alguien viviría para siempre sin estar en comunión con Dios, el Único que tiene vida eterna? Y los que tienen a Jesucristo como su salvador personal tienen la vida de Dios dentro de sí tan pronto como han nacido de nuevo.

 

Ahora entendemos desde el versículo 15 de Génesis 3 que habían dos semillas diferentes: el uno fue prometido de venir por la mujer, pero el otro ya estaba allí. Y dijo Dios: "Pondré enemistad entre... la simiente de la mujer que está por venir, que aplastará la cabeza de la serpiente, y entre la semilla que ya estaba aquí." Así que Satanás, la serpiente, dejó una semilla atrás.

 

Ahora, llegando al punto principal, queridos hermanos y hermanas, estamos hablando de la redención. Y antes de que podamos entender la redención debemos reconocer que estábamos separados de Dios: insultamos a Dios, no creímos Su Palabra y creímos lo que Satanás tenía que decir a través de la serpiente. Y, amados, Dios es misericordioso, aunque dijo: "Toda alma que pecare morirá." Así que entendemos, que nadie tiene vida eterna por el nacimiento natural. No, la vida eterna la recibimos a través del nuevo nacimiento.

 

En Ezequiel, capítulo 18, versículo 4, leemos: "He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá. "Cuando morimos naturalmente, después que nuestra vida se acaba en la tierra, el alma abandona el cuerpo. Esa es la primera muerte. Entonces Apocalipsis 20 habla de la segunda muerte, cuando el espíritu sale del alma y vuelve a Dios de donde vino. "El alma que pecare morirá." Todos hemos nacido en pecado, vivimos en pecado, sencillamente no hay nada más alrededor de nosotros salvo el pecado. Pero entonces entendemos: el SEÑOR de la gloria ha llegado a redimirnos.

 

Y queremos leer en el Antiguo Testamento. ¡Simplemente me encanta! Me encanta volver a la Palabra de Dios, que todo se base en las Sagradas Escrituras. No es lo que un hombre dice, no lo que una iglesia dice, sino "¿Qué dice la Sagrada Escritura?" En referencia al plan de la redención, en referencia a la vida eterna, ¿cuál es el plan y propósito de Dios? Deseo saberlo. Y luego deseo ser partícipe por la gracia de Dios. En 2 Samuel, capítulo 7, versículo 14, tenemos la promesa de nuestro Salvador, el Hijo de Dios, "Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres..." Sólo estar quieto un momento. Aquí, en una promesa más sagrada y preciosa acerca de nuestro Salvador, el Hijo de Dios, como se confirma en Hebreos, capítulo 1, versículo 5, donde se repite esta Escritura, dice: "Si él hiciere cualquier cosa, cualquier mal, yo le castigaré con vara de hombres..." Jesucristo era tanto hombre, 100 por ciento hombre, que Él pasó por todas las tentaciones que nosotros estamos atravesando. Y entonces entendemos que Él se mantuvo firme en toda tentación. Satanás no tenía ningún poder sobre él en absoluto. Él nació Hijo de Dios, pero todavía en el cuerpo humano. Simplemente en todos los sentidos fue Él un ser humano: Durmió, Lloró, estubo cansado - Él era un ser humano.

 

Y aquí está el gran misterio de la manifestación y de la revelación de nuestro Padre celestial en Su Hijo unigénito: para llevarnos de nuevo a nuestra relación como hijos e hijas de Dios. Lo mismo está escrito en 1 Crónicas 17, desde el versículo 11 al 14, y luego confirmado en el Nuevo Testamento en Mateo y en Lucas sobre todo, donde el ángel Gabriel vino a María anunciando el nacimiento del Hijo de Dios. ¿Por qué tengo que hacer hincapié en estos hechos y estas escrituras? Simplemente porque existe la enseñanza de que el Hijo de Dios nació antes de todo tiempo, eternamente hijo. Y, amigos, esto no tiene sentido. La Sagrada Escritura ni en un solo lugar habla de tres eternos, Tres todopoderosos, tres omnipresentes, tres que hablan entre sí y se ponen de acuerdo. ¡Amados, amados, esto no suena bien, y casi estoy por decir, que es un insulto a Dios y que es una negación de las 6.700 veces en que Dios en el Antiguo Testamento habla de Sí mismo como el único Dios que existe de eternidad a eternidad!

 

En el Antiguo Testamento Dios se reveló de muchas, muchas maneras diferentes, como hemos demostrado en los primeros tres sermones mediante las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Pero, amados, sólo al principio del Nuevo Testamento la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto Su gloria. En el Salmo 2, en el versículo 7, leemos: "Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho a mí: Mi Hijo eres tú; Yo te engendré hoy." No en la eternidad, no en el cielo, sino en el tiempo, "¡este día!" La eternidad no tiene día, ni noche, ni mañana. La eternidad siempre ha sido y para siempre será. Esta escritura, esta promesa se cumplió, cuando el Espíritu Santo cubrió a María y el Hijo de Dios nació en Belén, como la Escritura predijo en el Antiguo Testamento, Miqueas, capítulo 5.

 

En el versículo 11 del Salmo 2 leemos: "Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, besar al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino…" "Honrad al Hijo ", ya que en el Hijo hemos sido recibidos, adoptados por Dios, nuestro Padre, y por medio del Hijo nos convertimos en hijos e hijas de Dios.

 

Así que revisamos unas cuantas escrituras, especialmente Salmo 22, donde se nos dice una y otra vez, sí, se nos predijo lo que sucedería. Salmo 22, versículos 9 y 10: "Pero tú eres el que me sacó del vientre; El que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre. Sobre ti fui echado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios." Aquí tenemos de nuevo la confirmación de Génesis 3:15, acerca de la simiente de la mujer, la Semilla de Dios que vendría a través de la mujer. "Tú me has sacado del vientre de mi madre, tú me has guardado en los pechos de mi madre." Esto se cumplió cuando Cristo, nuestro SEÑOR y Salvador, nació. En el versículo 22 en el Salmo 22 leemos: "Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré." Esto también ha sucedido. El Hijo reveló el nombre del Padre, porque el Hijo era la real, real manifestación del Padre, y por lo tanto Él pudo decir en Juan, capítulo 14, "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre." Y vamos a ir al Salmo 89, donde este hombre de Dios hizo la siguiente declaración. Salmo 89, versículo 26 y 27, "Él me clamará: Mí Padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación." Y luego viene la respuesta de Dios mismo, "Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra".

 

Amado, ¿qué puedo decir? Es simplemente maravilloso ir a través de las promesas del Antiguo Testamento y luego verlas cumplidas en el Nuevo Testamento. Hay dos promesas más en el profeta Isaías, en relación con el nacimiento del Hijo de Dios, en relación con la Semilla que había de venir, esta Semilla divina que había de venir y herir la cabeza de la serpiente. Isaías, capítulo 7, versículo 14: "Por tanto, el SEÑOR mismo os dará señal; He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel". "...dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel - Dios con nosotros." Jesucristo, el Hijo de Dios, es también el SEÑOR de la Gloria.

 

Y, amigos, lo que van a ver y los sorprenderá es lo siguiente: En el Antiguo Testamento, desde Génesis, capítulo 2, versículo 4, tenemos la combinación de SEÑOR Dios. Primero sólo encontramos la palabra Elohim para Dios, y luego Elohim Yahveh (Jehová), desde Génesis 2, versículo 4. Justamente 6.000 veces a través del Antiguo Testamento: Elohim Yahveh, SEÑOR Dios. Y aquí está el misterio: En el Nuevo Testamento, el Uno que conocemos del Antiguo Testamento que es " Elohim Dios " es el Padre, y al que conocemos como “SEÑOR - Yahveh" es Jesucristo, el Hijo. No dos personas diferentes, sino dos manifestaciones diferentes para llevar a cabo el plan de salvación. "Tú llamarás su nombre Emanuel - Dios con nosotros" (Mateo, capítulo 1, versículo 22 y 23).

 

En Isaías, capítulo 9, leemos en el versículo 6: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz." Usted puede seguir leyendo. ¡Me encantan las promesas y profecías del Antiguo Testamento! Y lo digo de nuevo: es el mismo Dios que nos habla, que hizo promesas, que nos familiariza con Su plan de salvación desde el principio. Y, queridos amigos, como hemos dicho, tenemos que aceptar a Dios como Él Se revela a nosotros: como Creador, como Salvador, como Rey, como Juez - en todo lo que sea y cómo lo recibimos a Él. Y en el Nuevo Testamento, como nuestro Padre en el cielo, por lo tanto, oramos, "Padre nuestro, que estás en los cielos", en su Hijo unigénito en la tierra. Y por lo tanto, reconocemos y confesamos que Jesucristo es el Hijo unigénito de Dios. Esa es nuestra confesión de acuerdo con la Escritura con todo nuestro corazón. Y el mismo Dios desde el día de Pentecostés vive en Su Iglesia que es el Cuerpo de Cristo. ¡Recíbalo, recíbalo! Es un único Dios que se manifiesta de varias formas para realizar Su gran plan de salvación.

 

Amados, por favor entiendan esto de la manera correcta: Como todos los hombres en el Antiguo Testamento conocieron a Dios personalmente y los apóstoles conocían al SEÑOR personalmente, yo, el hermano Frank confieso, yo conozco a mi SEÑOR personalmente. Yo conozco a Dios por revelación divina. Y, amigos, me pusieron en el ministerio con una comisión directa para familiarizar a esta generación con Dios, con todas las formas en las que Él se reveló, para que se familiaricen con el plan de salvación. Que el Dios de los cielos, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob lo bendiga, el Dios de Israel lo bendiga. ¡Él es nuestro Padre celestial, y Su nombre será bendito por los siglos de los siglos! Me encantaría saber de usted. Tal vez usted encuentre un momento para escribir o llamar. Tenemos literatura que será de bendición para usted.

 

Dios los bendiga y esté con ustedes en el santo Nombre de Jesús. Amén.